Contrario a lo que muchos creen, está presente en todos los estratos sociales, ataca todas las edades, hace parte de nuestra cultura y se mimetiza con gran facilidad. Probablemente, todos los ciudadanos de la Bella Villa han tenido vínculos con el cartel, una, dos, pocas o muchas veces, pero así lo intenten negar, inevitablemente la han usado.
Cada uno tiene su "ritual" particular para pertenecer al cartel, pero hay algunas etapas características:
- Planificación: Muchas veces solo, algunas otras acompañado, se piensa dónde, cuándo y cómo usarla.
- Preparación: Se dispone de cantidades y se procede a su acomodación de manera que al momento del uso, no se presenten pérdidas, no sería aceptable.
- Uso: Generalmente a la misma hora, se ingresa al cartel; en cada sitio hay reglas específicas, no muchas veces están escritas, pero el colectivo las conoce y respeta.
- Reposo: Es justo y necesario, corto o largo, hasta saludable resulta serlo.
- Post-uso: Solo basta guardar (si sobra), y todo queda como si nada hubiera pasado, "todos sanos".
Es muy curioso, pero existen padres de familia que inducen a sus hijos al cartel; es más, en las narices de los docentes, luego de la jornada escolar, cuando van cortos de tiempo para clases extracurriculares o citas médicas, deben usarla; no habría cómo más hacerlo, es más que adicción, es una necesidad.
No es normal compartirla, generalmente cada cual va con su dosis, pero en algunas ocasiones pueden terminar en una especie de uso colectivo; paradójicamente, esas experiencias resultan ser las mejores, quedan buenas anécdotas y dan de qué hablar para mucho rato.
Este cartel permite llevar el hogar a todas partes, cómo no va a ser mejor, más saludable y diversificada la comida de casa, que el ACPM, ejecutivo o similares todos los días?.
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